Acerca de la Envidia
Inclinó su postura producto de la molestia
Lo que le permitió darse cuenta que miraba un espejo
Y se hizo consciente de que la luz que lo molestaba, provenía de sí mismo
La luz que lo molestaba, era su propia luz
Gracias a la molestia inicial, reverenció espontáneamente
Gracias a reverenciar al espejo, se reverenció a si mismo
La envidia inconsciente se transforma en una lucha interna que se resiste a reconocerse en una luz externa.
Dicha resistencia proviene del miedo a ejercer esa misma clase de luz.
Sólo se envidia aquello que también habita en uno.
El Ego sabe que se puede brillar de un modo similar, pero teme hacerlo.
El temor proviene de experiencias (pasado/vidas pasadas/linaje genético-ancestral) en las cuales se ejerció dicho poder (activo/pasivo/testigo) y el resultado no fue el deseado, juzgando lo sucedido, creando una ilusión de separación con esa clase de luz, condicionando el presente.
Una vez que la envidia se hace consciente, se transforma en admiración.
La admiración honra lo que reconoce afuera.
El reconocimiento permite conectar con la misma clase de poder en el interior.
Al honrarlo afuera, se inicia la honra interna.
Al honrar el poder interno, se comienza a manifestar de modo espontáneo y sostenido.
Finalmente, gracias a reconocer la envidia, y a agradecer a quienes la gatillaban, se integra un luminoso poder que estaba latente y queda al servicio de quien sentía envidia.
La envidia sólo juega en contra cuando la juzgamos de “mala” y nos resistimos al hecho de que podemos sentirla.
No es sólo cuestión de valentía y honestidad, también es cuestión de consciencia.
Hacer consciente de que la envidia es valiosa, pues es simplemente un indicador de nuestro propio poder es lo que nos permitirá reconocerla y gracias a ella brillar a plena intensidad.
Sólo envidia quien tiene un poder dormido, listo para despertar.
Mauricio Onetto