Espiritualidad y Responsabilidad



Resulta interesante observar cómo determinadas áreas del desarrollo humano, injustamente etiquetadas de “no espirituales”, poseen estructuras serias, que garantizan tanto procesos formativos profundos, como su ejercicio responsable, a través de sistemas de control regulados, que impiden, por ejemplo, que quienes no se han formado, se lancen irresponsablemente a ejercer o incluso han desarrollado medidas de control para supervisar el ejercicio responsable de quienes sí se han formado, lo que restringe conductas nocivas como la negligencia.
En contraparte, muchas otras áreas del desarrollo humano, injustamente etiquetadas de “espirituales” (basta que exista una etiqueta, sea cual sea, para que sea injusta) que predican la evolución, la moralidad y el crecimiento personal, carecen prácticamente de estructuras regulatorias, lo que, paradojalmente, permite toda clase de conductas que contrastan con la supuesta espiritualidad.
Seguramente los abusos sexuales en Iglesias de diversos credos, o estruendosas colectas supuestamente encomendadas por Dios, llamarán inmediatamente la atención en este sentido, no obstante, en este artículo, nos detendremos en el ejercicio responsable (o irresponsable) de cualquier oficio, centrando la mirada en el área del Crecimiento Personal, las Terapias Alternativas, Complementarias y “Espiritualidad” en general.
Comencemos con el grado de dificultad que involucra formarse y titularse como abogado, como médico, como ingeniero, como psicólogo, reitero, oficios injustamente etiquetados de “no espirituales”.
La profundidad (cantidad y calidad de contenidos), la inversión de tiempo y energías (incluida la energía “dinero”) y la transformación implicada, esto es, crecimiento personal, cambio de paradigma, genera un impacto de por vida.
Basta imaginar a un médico, al observar a alguien con un dolor particular en una zona específica, cómo surgen “mágicamente” mapas fisiológicos en su mente, la claridad para comprender la mecánica de los sistemas respectivos y la sabiduría para evaluar un sinnúmero de variables implicadas que en definitiva le permiten llegar a un diagnóstico y a posibles tratamientos.
Nótese el uso ex profeso de la palabra: “mágicamente” en referencia a un oficio supuestamente “no espiritual”.
Algo similar ocurre con cualquier área de desarrollo que se abordó responsablemente.
Quien se forma responsablemente, es decir, quien invirtió tiempo y energías para alcanzar profundidad, mediante cantidad y calidad de contenidos, quien invirtió tiempo y energías para transformarse, a través de prácticas y supervisiones, consigue crecimiento personal en un área específica.
Porqué entonces vemos con tanta frecuencia en áreas supuestamente “espirituales” como las Terapias Alternativas o Complementarias, que muchas personas se “certifican” a sí mismas. Que sin una formación seria mediante, de la noche a la mañana, se lanzan a enseñar lo que evidentemente no saben o que tras un par de días de formación obtienen certificados de maestría sin ningún aval real.
Precisamente tiene que ver con el término “espiritualidad” y el uso inadecuado que se le brinda al etiquetar esto y aquello.
Como humanidad estamos viviendo un proceso de re-encuentro, de auto-descubrimiento y en mayor o menor medida, de sanación.
En este proceso, estamos dándonos cuenta, gradualmente, de cuán victimizados estamos y por ende, cuán victimizada está nuestra sociedad.
Basta observar la conducta de la clase política para obtener una clara imagen de nuestra propia conducta.
En este sentido, una de las características principales de la victimización es la distorsión de la responsabilidad y su reemplazo por la “culpa”.
Es por ello que tenemos, como humanidad, la tendencia de juzgar moralmente (bien/mal, bueno/malo), con lo cual adoptamos una postura dual ante prácticamente todo, incluidos los oficios.
Quien no se siente en condiciones de formarse seriamente en Medicina, está expuesto, en esta sociedad, a justificar esta falta de confianza, estas inseguridades, o, como veremos más adelante, determinados miedos, en juicios hacia quienes sí lo hacen, aún más en contra de quienes lo consiguen.
Es importante destacar la diferencia cuando se entra en contacto con una actividad con la que no estamos en sintonía, en cuyo caso, se “sabe” que no es para uno, sin juicios.
Si hay juicios, si se pretende que quienes realizan determinada actividad son “malas” personas, estamos en presencia de una reacción, ante algo que muy en lo profundo se valora, pero que el Ego teme.
Al no hacer consciente esta resistencia, se inicia una “cruzada” en contra de, por ejemplo, la Medicina Alópata.
Con ello se etiqueta de “no espiritual” y se busca refugio en la vereda de en frente, que en este caso, es lo supuestamente “espiritual”.
El juicio moral implicará que se busque lo opuesto, es decir, procesos formativos escasos o inexistentes, títulos o grados espectaculares producto de unas pocas horas de capacitación, falta de seriedad en los procesos formativos y regulación mínima o nula.
De aquí proviene la masificación de los grados de “maestría” en muchas escuelas de Terapias Alternativas, en su mayoría, accesibles tras cursos de pocas horas, sin exámenes de por medio, ni Institución real que avale el proceso.
Iniciamos este artículo indicando que resulta interesante observar determinadas áreas del desarrollo humano, pues no es el propósito de estas líneas, demonizar a las Terapias Alternativas y pretender que todo lo que ocurre en la Medicina Alópata es perfecto. El objetivo de estas líneas apunta a ampliar consciencia sobre la mecánica involucrada cuando nuestro Ego reacciona ante un área de desarrollo, porque lo mismo que estamos describiendo, le podría ocurrir perfectamente a un médico, o a un abogado, en relación a la Terapia Floral, por ejemplo.
Prosigamos con el análisis sobre posturas del Ego “en contra” de procesos formativos serios.
Como explicábamos, al existir experiencias causales en torno a estas áreas, el Ego desarrollará mecanismos de defensa, sostenidos a través de juicios morales y descalificaciones basadas en absolutos, por ejemplo, “todos los médicos son mercenarios”, “todos los abogados son inmorales”, etc.
Es importante destacar que quienes están instalados en estas posturas, no son personas “tontas”, son seres humanos con sombra, como tú o como yo, que además, por tratarse de mecanismos defensa, gran parte de esta conducta se manifiesta de modo inconsciente, al ser reactivas, con lo cual no es sencillo re-conocer lo que a uno le pasa, pues el foco de atención se traslada hacia el “otro”.
Consideremos como ejemplo a una familia que fue estafada y producto de lo anterior, el padre o madre de dicha familia se suicidó. Es posible que un hijo de esa familia, desarrolle mecanismos de defensa en contra de los abogados.
Con este ejemplo podemos empatizar y desde ese lugar (poniéndonos en la posición del “otro”) comenzar a entender y sentir lo que le pasa a un ser humano con esta clase de posturas.
A medida que se arraiga el patrón, se desarrollan toda clase de juicios en torno a lo que el propio Ego siente como peligroso, lo que se puede extender a grupos o áreas de desarrollo.
Al sentir (aunque no se recuerde la experiencia causal, por encontrarse reprimida) se asume que todo lo que las personas “malas” hicieron para llegar a hacer lo que se sintió como “pecado”, estuvo mal.
En este contexto, pierde relevancia interna la cantidad y calidad de contenidos.
Pierde relevancia la profundidad de los procesos formativos.
Pierde relevancia invertir tiempo y energías (incluyendo la energía dinero).
Pierde relevancia las estructuras de control; exámenes, supervisión, marco regulatorio, etc.
Pierde relevancia el aval de una institución real.
En definitiva, nos aproximamos muchísimo a un porcentaje relevante tanto de “escuelas” como de alumnos del ambiente etiquetado de “espiritual”.
Reiteremos que esto no ocurre en todas las escuelas, ni representa las motivaciones de todos los alumnos, no obstante, son características innegables de un porcentaje relevante de dicho ambiente.
Muchísimas personas buscan cursos, que otorguen un grado que suene a mucho, que implique pagar poco, estudiar poco, sin exámenes, sin marco regulatorio y sin una institución real que avale el proceso (lo opuesto a lo que el Ego siente que es malo).
En contraparte, abundan “escuelas” sin estar constituidas legalmente, sin material propio (muchas entregan burdas fotocopias), integradas por “maestros” que jamás se formaron genuinamente o realizaron sólo parte de alguna formación real.
Como hemos mostrado, no se trata de personas ni “malas”, ni “tontas”, se trata de seres humanos instalados en un patrón específico, huyendo de algo que juzgan de “malo” y refugiándose en lo que juzgan de “bueno”.
El tema es que la masificación de este patrón da pistas, por una parte, de experiencias causales similares que explican patrones en común, y por otra parte, de elementos que se reiteran en un patrón masificado que nos puede ayudar a reconocer si algo de esto nos está sucediendo.
En relación a experiencias causales similares, no es casual que este patrón esté tan arraigado en Latinoamérica, una zona que históricamente ha sufrido transgresiones masivas, como las estafas “amparadas por el marco regulatorio” que permitieron a colonizadores arrebatar las tierras de los pueblos originarios, enfermedades “extranjeras”, abusos de todo tipo de quienes se proclamaban los interlocutores de Dios mientras se apropiaban de los bienes materiales de la población nativa, etc., etc., etc.
En el “Registro Akáshico” de Latinoamérica podemos encontrar muchísimas experiencias causales que tienen anudadas áreas de la conducta de millones de personas, que mientras no se reconcilien con esta faceta de su Ser (todos somos uno – todos somos nativos – todos somos colonizadores), mantendrán esta postura del Ego que juzga, lucha y se defiende.
En el contexto de este análisis, juzga las formaciones serias y profundas, juzga oficios que reporten honorarios prósperos, lucha y se defiende, huyendo de la profundidad, huyendo de la seriedad, huyendo de la prosperidad, huyendo de estructuras de control, huyendo de marcos regulatorios, refugiándose en cursos cortos, baratos, dictados por personas sin formación genuina y obteniendo certificados de “maestría” sin ninguna validez real, lo que a su vez los llevará a ofrecer formaciones poco serias, que al saberse (consciente o inconscientemente) inadecuados para el ejercicio de esa labor, sus tarifas (baratas) defenderán su propia carencia, un elemento crucial en este patrón.
Como hemos visto, la idea no es demonizar, sino destacar características del patrón masificado para ayudar a re-conocernos, pues no es esencial que todo lo anterior nos esté sucediendo para estar implicados con el patrón de algún modo.
En este sentido consideremos lo siguiente:

¿Te imaginas a un estudiante de Leyes que, sin haberse titulado, sin haber completado sus estudios, comience a ofrecer carreras de Leyes, que ofrezca el grado de Abogado, sin el aval de la Institución donde estudió, ni de ninguna otra?
Esto ocurre de modo masivo en el ambiente “espiritual”.

Si tuvieras una enfermedad que requiere una operación.
¿Te operarías con el vecino, en el living de su casa, recostado sobre una mesa, viendo como lee fotocopias, sin tener ningún certificado real, sin tener el aval de institución alguna?
Esto ocurre de modo masivo en el ambiente “espiritual”.

¿Es responsable que una persona, sin haberse formado en una disciplina (cualquiera), se lance a dar cursos de dicha disciplina?

¿Es responsable que una persona se inscriba en la Formación de una disciplina (cualquiera), sin informarse sobre la Institución, sin cotejar los antecedentes del supuesto “maestro”?

Conseguimos exactamente lo que estamos buscando.

Quien busca barato, consigue barato.
Quien busca valioso, consigue valioso.
Quien busca formarse seria y profundamente, se forma seria y profundamente.
Quien busca un certificado rápido y barato, consigue un certificado rápido y barato.

Conseguimos exactamente lo que estamos buscando.
Distinto es que seamos conscientes o no de lo que estamos buscando.
Si tienes dudas, revisa lo que estás consiguiendo y descubrirás lo que has estado buscando.

Para finalizar este artículo, mencionar que una formación de Registros Akáshicos en la Academia Holística, implica años de proceso formativo, con valiosos contenidos (cantidad y calidad), requiere mucho tiempo y energías, prácticas, supervisiones, mentorías, implica aprobar exámenes en cada una de sus instancias, tras lo cual se consigue el grado de Instructor, avalado por una Institución con presencia internacional, con décadas de trayectoria y con un claro marco regulatorio.
También existen otras “escuelas” que en un día o dos, entregan un certificado de “maestría”.
Depende exclusivamente de lo que estés buscando, cuál es el camino que necesitas.

Mauricio Onetto

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